En el siglo XI, el monje benedictino Guido D´Arezzo dio nombre a las notas musicales, a partir de la sílaba inicial de cada una de las palabras que componían un verso dedicado a San Juan Bautista:
Ut queant laxis,
Resonare fibbris,
Mira gestorum,
Fámuli tuorum,
Solve polluti
Labii reatum,
Sancte Ioannes.
En el siglo XVII Giovanni Battista Doni cambió el nombre de la nota UT por DO para facilitar su pronunciación.
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